
Con sorpresa y emoción,
una boca que bebía
del seno de la Poesía
dijo, apartando el plumón:
de quien el dulzor fluyó!
¿Cuál extraña negligencia
ahora tu seno secó?
apenas ponía mi sien,
sentía el mecer marino
de tu corazón de bien;
que bajó hasta tu beldad,
sentía, al beber tiniebla
llenarme de claridad.
lleno de felicidad
y dócil a la conciencia
de la gran tranquilidad,
y olvidéme del no ser,
pues, un río de ventura
por mí parecía correr.
qué despecho te asaltó,
que tu fluir milagroso
en mis labios se cortó?
que tu alma se ofendió;
el silencio, cisne en vuelo,
ya no reina entre tú y yo.
de tesoros tu mirar
y se hizo piedra la forma
que yo sentí palpitar.
hasta del cielo el claror.
¿Qué serás tú sin mis labios?
¿Qué seré yo sin tu amor?
le respondió sin pasión:
-¡Ay, me has mordido muy fuerte!
No late mi corazón.
«1871-1945»
(FRANCIA)
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