
© Mauricio Herrera Alvarez
«Colombia»
Hoy, un día como cualquiera; como
aquel en que sucedió todo y por lo cual cuatro paredes observo.
Aquella tarde me encontraba solo
en medio del bosque fotografiando el ocaso, cuando en uno de mis habituales
parpadeos todo cambio en el horizonte; el bosque bañado por la noche, más
grande y espeso me rodeaba.
Perdido tal vez. Solo… quizás no.
Más adelante comencé a percibir la
presencia de alguien o algo. Lo cual hizo que me apresurara en busca de una
salida.
Luego de un rato, me detuve al
comprender, y dándome cuenta de quién era aquella sombra que se aclaraba
mientras se acercaba lentamente. Se trataba de un viejo enemigo a quien pensé
haber acecinado ocho días atrás en una disputa.
Con gran miedo sentí su furia de
venganza; una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro, abalanzándose sobre mí
con su mandíbula abierta de par en par y sus ojos totalmente negros, dejándome
completamente inconsciente.
Recobre la razón al cabo de un
mes, rodeado de un blanco incesante.
Nadie quiere creerme, es más ni yo
mismo lo hago en ocasiones.
De aquí del psiquiátrico no quiero
salir porque no importa donde me esconda, él volverá por mí desde la penumbra
de la muerte o desde la penumbra de mi maldita conciencia.
(TERROR)
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