SIN TÍTULO




Durante todos estos años me he preguntado, mirando
desde las mesas de los restaurantes, a las otras mesas
donde escucho conversaciones casuales,
o en los buses,
o mirando hacia atrás, en las aceras, a las parejas,
qué material anima la combustión de las conversaciones
ordinarias,
qué hace a la gente reírse por nada, y abrir los ojos
con hermosa sorpresa ante palabras que casi nunca
terminan de decirse, o que son tan vanas y tan pobres,
que yo mismo quisiera completarlas o cambiarlas
por un poco de inteligencia.
Pero veo a las gentes reunirse en los bares o en los balcones
del verano, felices de no decirse nada,
de repetir palabras y expresiones que el viento
se lleva y convierte en rumor de agua y viento…
Están felices de estar juntos, y de estar
en la vida, que ante sus ojos de gentes comunes
es un tesoro inocente que los ahoga de dicha,
y que no tienen palabras cómo expresar…
Están felices de entrar y salir de sus casas
bajo un árbol cualquiera, bajo una luz
cualquiera,
que se les antoja bella por sí misma…
En cambio yo he permanecido tantas horas
en silencio, guardando las palabras para alguien
especial, como un profesor de colegio que habla
muy de vez en cuando lo que ha pensado
para sí.
 
© Víctor Gaviria
«1955»
(COLOMBIA)
 
 
 

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