RELATO DE UNA NIÑA




Un hombre la despertó tomándole el zapato
con la mano,
y ella, que andaba perdida hace más de un mes,
se levantó asustada y oyó la invitación del hombre,
quien tenía un saco ordinario de hombre pobre,
para ir al cine.
 
Era una película que daban en plena
calle, gratis para todos.
En la próxima cuadra había que doblar la esquina
y seguir algunas cuadras más…
 
"Este lugar yo lo conozco, se parece
a otra calle por la que algún día pasé, esta tienda
la he visto, el señor que vende es el mismo,
aunque creo que es otro parecido,
y esta calle otra distinta
que nunca he conocido”.
 
Ahora hay pocas casas, el hombre lleva de la mano
a la niña,
un señor y su hija que tienen prisa, porque amenaza
lluvia… El viento
corre por las callejuelas hacia los caminos
de la montaña,
agitando sus matas de plátano y sus potreros de rastrojos.
En el camino de tierra, la niña ve huellas de zapatos,
de hombre grande y de niño,
y huellas de caballos y vacas.
 
A un lado del potrero, ella vio también una cruz de palo.
El hombre se paró y le arrebató de golpe sus calzones.
Ella no dijo nada,
ni llamó a nadie,
porque en el camino sólo había huellas de personas
que habían pasado de largo,
y desnuda se hizo a un lado y trató de avanzar
pero la sombra del hombre la cubrió,
y luego metió su uña larga por dentro,
como escarbando en la niña,
y sacó un poco de sangre.
Bajaron juntos hasta la calle,
y ella oyó de nuevo los ruidos de los radios
y las voces de las gentes,
pero nada decía.
Frente a una ventana clausurada, el hombre le ofreció
a la niña un poco de plata,
un billete,
y ella bajó la calle sola
hasta un lugar en donde otros niños jugaban muy tarde
frente a sus casas,
o tal vez eran también niños de la calle…
 
Esperó allí, petrificada, pero alguien la invitó
a jugar
y ella jugó,
pero a veces tenía que parar unos instantes,
porque aquello le ardía,
y no había viento
que llegase hasta allí.
 
© Víctor Gaviria
«1955»
(COLOMBIA)
 
 
 

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