
Cuando la ardiente luz de la mañana
Tiñó de rojo el nebuloso cielo,
Quiso una alondra detener el vuelo
De mi alcoba sombría en la ventana.
Fracasó en el cristal su ardiente anhelo
Y, herida por el golpe, cayó al suelo,
Adiós diciendo a su quimera vana.
De níveas plumas y rosado pico,
Al querer en el mundo hallar cabida,
Y deshecho, cual frágil abanico,
Cayó entre el fango inmundo de la vida.
«1863-1893»
(CUBA)
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