
© Mauricio Herrera Alvarez
«Colombia»
¡Por fin he salido de mi zona de
confort!
Llevaba una semana entera
observando la misma perspectiva y con el mismo pensamiento suicida. A duras
penas salía de mi habitación en algunas ocasiones pasada la medianoche, cuando
sabía que no iba a terminar estrellándome con nadie en casa; únicamente al
baño, a comer y beber algo, muy poco en realidad. Mi cuerpo cansado tras la
ausencia de esperanza, abatido y miserable a causa de aquella sensación que ya
era parte de mí desde hacía mucho tiempo. Como seguir fingiendo que nada me
estaba pasando; cuando en realidad me derrumbaba por dentro, pudriéndome en
soledad, muriendo un poco a cada segundo de respiración.
A estas alturas me había alejado
de todo el mundo a mi alrededor, enfrascándome en mis videojuegos favoritos,
aunque siempre fui muy sociable y estuve rodeado de mucha gente, esto nunca
bastó para llenar el vacío que sentía mí ser. Y aquí me di cuenta de algo, es
mentira cuando dicen que si tienes un problema hay que hablarlo con cualquier
persona; gran error. Sí, hay que hablarlo porque nada mejorará si callamos,
pero hay que saber con quién hacerlo, presta atención pues yo lo comente con
personas muy cercanas pero nadie me quiso tomar en serio, voy a pensar que cada
quien tiene sus propios dilemas; y por esto en muchos casos no se acude a un
profesional, pues si no le importas a un conocido que finalidad tiene contar
tus estupideces a un desconocido. Y hay quienes piensan que esto se cura como
la gripe, o sea que mañana te levantas como nuevo, y no es así de sencillo,
aunque se dibuje una sonrisa en su rostro. Si supieran realmente lo que se
siente, lo que puede llegar a pesar con el tiempo, lo que a diario atormenta
mirar esa nefasta realidad; tal vez dejarían de decir que comprenden nuestra
situación o como mínimo la idea que todo es por falta de voluntad (siendo de
mal gusto hablar sin argumentos cuando el fuego no arde en tu propia piel).
Cada mañana tomaba la peculiar
máscara para pretender ser normal, ja ser normal... como si alguien supiera lo
que es ser normal en estos días; pero en fin, andaba por las calles como un
maldito zombie o un robot tal vez, porque a la menor presencia humana mi chip
de “no pasa nada” se activaba, con lo cual trataba de acallar mi voz interior
mientras esta desesperada gritaba en un rincón oscuro y solitario (cuanto me
hubiera hecho bien una palabra de aliento o un simple abrazo en esos momentos),
pero siempre a la típica pregunta de “¿Cómo estás?”, yo respondía la típica
respuesta de “!Bien!”, porque él no contestar eso, me remitiría a un
interrogatorio de mi vida terminando en esas putas frases de cajón que suelen
decirte las personas para sentirse bien ellas mismas, creo... ya que a mí nunca
me alentaron ni un poquito, me daba rabia que no comprendieran la magnitud de
los hechos; que lo mío no era simple capricho o ganas de llamar la atención,
atención de qué; de que sepan lo patético que eres, no lo creo.
*****
Yendo más lejos y viendo un poco
más de cerca, cada quien lo padece a su modo y por diversas cuestiones
(compartiendo sus características: Ansiedad, melancolía intensa sin motivo
aparente en muchas ocasiones, pérdida del interés en actividades que antes
producían placer, falta de energía, sentimientos de pesimismo y culpa,
dificultad para conciliar el sueño o dormir demasiado, pérdida del apetito o
aumento del apetito, apatía social, pensamientos o ideas suicidas, intentos de
suicidio o autolesiones, entre otras), pero esto no quiere decir que el
problema sea leve o que como muchos dicen, “Todo el mundo lo padece”, no
confundirlo por ningún motivo ni en ninguna circunstancia con Tristeza; y es
por ello que el problema no se trata como lo que realmente es, una enfermedad
de carácter social sin dejar de lado el aspecto personal, claro está.
*****
Como te cuestionas día a día, como
te hundes cada vez más y más en un absurdo insoportable, como vas dejando que
las voces se apoderen de la situación por completo mientras las lágrimas corren
sin sentido hasta el punto en que todo pierde el valor. No era mi culpa, a
pesar de recalcármelo a cada instante, cuando todo esto comenzó ni siquiera era
consciente de la realidad simplemente se lo atribuía a tener un mal día y ya.
En ocasiones pensaba como seria el mundo si todo fuera diferente, si yo fuera
diferente o por lo menos volver al momento en que todo era diferente, ese
momento que determino mi futuro, para esquivarlo y seguir adelante…
Pero no es así, y aquí está el
principio de mi historia, el momento cuando encontré, entre y no volví a salir
por voluntad propia de mi zona de confort.
(REALISTA)
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