
Pedirte, señora, quiero
De mi silencio perdón,
Si lo que ha sido atención,
Le hace parecer grosero.
Si hasta aquí mi proceder,
Por ocuparse en querer
Se ha olvidado de explicar.
No fue descuido ni mengua
Quitar el uso a la lengua
Por dárselo al corazón.
Que como la pasión mía
Acá en el alma te hablaba
Dichosamente vivía;
Porque en mi mano tenía
El fingirte favorable.
Vivió mi esperanza vana
Pues te puedo hacer humana
Concibiéndote divina.
en tus dichosos amores,
que aun fingidos tus favores
pudieron enloquecerme!
en tus dichosos amores,
que aun fingidos tus favores
pudieron enloquecerme!
mi ardiente afecto encendido,
por cebarse en lo lúcido,
olvidó lo peligroso!
Fue atreverme a tu ardor puro;
Que no hay Sagrado seguro
De culpas de pensamiento.
La loca esperanza mía,
Y dentro de mí tenía
Todo el bien que deseaba.
Rompe mi silencio mudo;
Que él solamente ser pudo
De mi respeto la llave.
Es delito sin disculpa,
Castíguense la culpa
Primero que la tibieza.
Que estando ya declarada,
Sea de veras desdichada
Quien fue de burlas dichosa.
Culpa también tu licencia;
Que si es mala mi obediencia,
No fue justo tu mandato.
Será mi afecto preciso;
Porque es amarte un delito
De que nunca me arrepiento.
Y más, que explicar no sé;
Mas tú, de lo que callé,
Inferirás lo que callo.
(Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana)
«1648 o 1651-1695»
(MÉXICO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario