A LA MUERTE




Seres queridos te miré sañuda
arrebatarme, y te juzgué implacable
como la desventura, inexorable
como el dolor y cruel como la duda…
 
Mas hoy que a mí te acercas, fría, muda
sin odio y sin amor, ni hosca ni afable,
en ti la majestad de lo insondable
y lo eterno de mi espíritu saluda.
 
Y yo, sin la impaciencia del suicida,
ni el pavor del infeliz, ni el miedo inerte
del criminal, aguardo tu venida;
 
que igual a la de todos es mi muerte:
cuando nada se espera de la vida,
algo debe esperarse de la muerte.
 
© Guillermo Blest Gana
«1829-1904»
(CHILE)



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