EL VAMPIRO




En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor… Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,
 
Bajaron… y callaste… y pareciste
Oír pasar la Muerte… Yo que abriera
Tu herida mordí en ella -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera!
 
Y exprimí más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita
Tendí a esa fuente abierta en tu quebranto.
 
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie obscura
Que come llagas y que bebe el llanto?
 
© Delmira Agustini
«1886-1914»
(URUGUAY)



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