
© Jean de La Fontaine
1621-1695 «Francia»
Cierto día un Cuervo que estaba
trepado en la rama de un árbol, se disponía a comer un queso. En ese momento,
un Zorro que estaba en las cercanías fue atraído por el olor del delicioso
manjar.
Cuando estuvo bajo el árbol pensó
como apoderarse del queso.
Pasado un rato, exclamo:
—¡Oh, señor Cuervo! ¡Qué hermoso eres!
Si tu voz es tan hermosa como tus plumas con seguridad no habrá ave igual a ti
en el mundo.
Cuando el Cuervo escuchó esto, se
llenó de vanidad y abrió su pico para cantar.
¡En ese instante, el queso cayó!
El ansioso Zorro lo cogió, y pronuncio
estas palabras:
—Señor Cuervo, gracias por
escuchar mis alabanzas. Ahora tengo lo que quería, este exquisito manjar.
El Zorro se marchó feliz, dejando al
Cuervo muy triste y avergonzado por haber flaqueado ante su propia vanidad.
«La vanidad no es buena consejera»
(FÁBULA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario