PEREIRA




Los mitos
El retorno
Las calles vacías como corredores del sueño
Parapetadas en pasos veloces
Y en la noche es que van cobrando sentido esas enredaderas
Esos dedos verdes y fuertes asidos a las rejas
Como unas manos de prisionero llenas de recuerdos
Y de vidas más allá de sus prisiones
 
Las calles vacías
Los mitos
Los rumores distantes de un movimiento de voces
Un golpeteo
El pausado pálpito de una ciudad en domingo
Las puertas cerradas
Ya sea para clausurar el grito entrecortado de los amantes
O para que una mano diminuta se asome bajo la puerta
Una mano solitaria buscando aire entre la tiniebla
Un llanto quedo y chico
Que se va apagando con el cansancio de esperar unos pasos
El reconocimiento de exactamente esos pasos
La madre
El entorno del hogar
Y no
Recordar al hogar
 
Las luces
Las iglesias
Las espaldas tatuadas de una bailarina musculosa en sus tacones altos
Su bamboleo indiferente al cielo que se despeja y se encapota
Habitante de la noche al fin y al cabo
Caminando con esas piernas de ciclista hacia un destino insospechado
Poblando de su presencia el silencio y las calles vacías
El golpeteo entregándole una máscara nocturna
Para olvidarse de los cuentos tristes
Que podrían contar sus ojos en el día
 
Confundirás quizás este taconeo duro con el de tu madre
Posiblemente ebria
Te levantarás en tus dos años y sesentaicinco centímetros de altura
Darás un paso hacia atrás
Porque la puerta
                                       Lo sabes
Abre hacia adentro
Pero no entra nadie
Y al taconeo se le suman unos pasos de hombre
Y una conversación inaudible
 
Te sentaras de nuevo
Continuarás llorando
Y tus manitas se llenarán de un polvo que se renueva
Cada vez que se cierra esa puerta de lata blanca
No esperas aún que llegue el cansancio
Es una palabra que aún no conoces
Conoces sólo la espera de esa primera cosa física a la que le diste un nombre
Y no invocas siquiera un nombre
Porque nunca la llamarás por su nombre
Invocas su presencia como algo que te pertenece más allá de la palabra
En un ritual sagrado de asomar los dedos a la luz misma
Porque no importa qué espere detrás de la puerta de lata blanca
Si existe la rendija que te deje al menos
Sostener tus dedos en el aire
 
Y ahora el sol de mediodía
Las calles bulliciosas
Los mitos que han quedado de la noche en las alcantarillas
En que no existe la noche colectiva
Un cielo y unos pasos para cada uno
Cada quien esperando los que le pertenecen
 
© Santiago López Triana
«1994»
(COLOMBIA)



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